Grupo de Lectura 1: Fecha: 25 de septiembre de 2021. Lugar: Sala de Juntas del Ateneo Mercantil. Nº de asistentes: 12. Editorial: DESTINO. Pág: 350 páginas.

Autor: Ana María Matute (1925-2014). Novelista y académica de la lengua desde 1996, ocupa un lugar preferente en la literatura infantil y juvenil española. Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2010. Formó parte de la generación de los "jóvenes asombrados", nombre que ella misma acuñaría a los autores que reflejan la situación de la Guerra Civil en su infancia. Escribió cuentos desde que era una niña. Tras cursar bachillerato, estudio Música y Pintura, decantándose finalmente por la Literatura. En 1943 escribió su primera novela Pequeño teatro, que sería publicada 11 años más tarde y con la que lograría el Premio Planeta en 1954. Con Los Abel sería finalista del Premio Nadal en 1947.

Muchas de sus novelas consiguieron los galardones más importantes de la literatura española. En 1952 gana el Premio Gijón, por Fiesta al Noroeste. En 1958 publica la novela Los hijos muertos, con la que gana el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. Durante la siguiente decada publica su trilogía Los Mercaderes, con Primera memoria sería Premio Nadal de 1959, Los soldados lloran de noche (1964), Premio Fastenrath en 1969, y La trampa (1969).

Durante la segunda mitad de la década de los 60 trabaja como lectora en varias universidades de EE.UU. y Europa, como Bloomington (Indiana) y Norman (Oklahoma). Participó en 1988 en la exposición bibliográfica "Libros de España: 10 años de creación y de pensamiento", celebrada en París.

Fue miembro de varias asociaciones de hispanistas como la Hispanic Society of America, Sigma Delta Pi y Honorary Fellow de la American Association Teachers of Spanish and Portuguese. En 1996 es elegida miembro de la Real Academia Española, ocupando el sillón K de Carmen Conde por lo que fue la tercera mujer en ingresar en 300 años. El 18 enero de 1998 ingresó en la RAE con el discurso "En el bosque".

En 2005, la 64ª Feria del Libro de Madrid, homenajea a la escritora con motivo de su octogésimo cumpleaños. La Universidad de Boston tiene en su biblioteca un fondo llamado Ana María Matute Collection guardado en Howard Gotlieb Archival Research Center Archives con manuscritos y documentos originales de la autora. Además desde hace más de 20 años, Ediciones Torremozas convoca el concurso literario "Ana María Matute" de Narrativa de Mujeres.

Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, lituano, polaco, francés, japonés, noruego, etc. En septiembre de 2014 se publica su obra póstuma Demonios familiares, publicada por la editorial Destino. La escritora Ana María Matute, premio Cervantes 2010, depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 26 de julio de 2029. Es una de las personalidades que deja un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto.

Sinopsis: Adriana es una niña que llega al mundo cuando el amor entre sus padres ya ha alcanzado su fecha de caducidad. Para huir de ese ingrato entorno Adriana se crea un paraíso propio en su imaginación. Pero esa precaria felicidad se tambalea cuando empieza a acudir al colegio y entra en contacto con el mundo de los adultos, un mundo siempre extraño y muchas veces hostil. Una novela llena de sensibilidad, rebeldía y sinceridad.

Comentarios: La novela contiene muchos recuerdos de la autora, aunque haya dicho que no era autobiográfica, que probablemente refleja sucesos vividos por ella de alguna manera, haciendo una descripción muy detallada y sencilla, fácilmente comprensible pero con un estilo complejo y depurado, con un lenguaje exquisito, de modo que se convierte en una narración tranquila y sin estridencias. Más parecería una narración que una novela, o bien un cuento extenso con una trama elemental. Sin embargo, una minoría muy reducida estimó que la redacción era pesada, farragosa, reiterativa, que a veces uno se pierde en ella, y que la única manera de poder leer un libro así es por agradarte este tipo de ambientes infantiles.

La narración nos remite a muchas vivencias que hemos tenido de pequeños y nos hace rememorar muchas de nuestras primeras experiencias, porque es claro que todos hemos tenido nuestro propio paraíso inhabitado, aunque nos cueste recordarlo, o bien no queramos hacerlo, o incluso aunque no seamos capaces de describirlo tan bien como hace la autora.

Partiendo de la frase introductoria de que "nací cuando mis padres ya no se querían", la niña protagonista de la novela aparece como abandonada por los miembros de su familia biológica y tiene que construirse su propio pequeño mundo, porque tiene grandes dificultades para entender y estar en el mundo de los adultos o de los gigantes, como ella los llama. Por eso es una niña solitaria e infeliz porque siempre es comparada negativamente con otras personas integradas en su ambiente familiar (hermana mayor, madre) o escolar (Margot), recibiendo el mensaje constante de que es una niña mala y de que no actúa como se espera de ella.

En conexión con ello, hay una buena descripción de las clases sociales, y asimismo la novela contiene una crítica a modos de educación pretéritos con respecto a la primera infancia, que solía quedar relegada al servicio, aunque esto en ocasiones sigue ocurriendo actualmente así, bien que de otra manera. Se subrayó que, bien mirado, en el grupo de los gigantes subsisten dos grupos diferenciados: los que siguen siendo más rígidos e inflexibles y los que podrían calificarse como más humanos.

La lectura de la novela inspiró ternura, tristeza, melancolía, aspectos otoñales e intimistas, sensibilidad, imaginación, delicia. También una sensación de calidez en relación con cada uno de los episodios o anécdotas vividos por la protagonista, porque la novela está constantemente describiendo las emociones y los sentimientos de la protagonista, tanto con respecto al servicio (tata, cocinera, chófer y recaderos) como a su único amigo Gavi, todos los cuales le dan y transmiten el amor que ella siente recibir de ellos y que no le es dado por su familia biológica.

Especial mención ha de hacerse de su relación con su amigo Gavi o Gavrila, que es un reflejo de sí misma, a modo de espejo. Esta relación es la que le hace superar los sentimientos negativos que sobre sí misma le han transmitido los miembros de su familia. Al lado de Gavi descubre el amor infantil, el deseo de estar a su lado continuamente, la sensación de plenitud cuando está con él, el no echar de menos a nadie más. Tan es así que ellos dos se consideran siameses para evidenciar la intensa relación de afecto que existe entre ellos.

Al mismo tiempo va descubriendo otros sentimientos no menos importantes que la conducen hacia una infancia más racional, menos mágica, que empieza a tomar conciencia de sí misma, que se inicia en la responsabilidad porque tiene uso de razón. La novela describe el constante aprendizaje que la niña experimenta sobre sus sentimientos básicos (dolor por la pérdida del padre, miedo por la agresión sufrida por Teo, placer en su relación con la criada Isabel, deseo y amor con respecto a Gavi, odio hacia los agresores de Teo, indiferencia hacia su madre o su hermana mayor Cristina, amistad a los chóferes o al pescadero). Pero sobre todo usa y disfruta de su imaginación, cuya proyección más intensa está en el unicornio.

Al final espera que Gavi vuelva, porque él se lo prometió durante su enfermedad, y así cree ella que sucederá cuando lo busca en el cuarto en que se solían ver, pero para entonces ya es una niña con uso de razón, la magia se ha diluido y el unicornio ya no volverá.