Qué tarde más estupenda la del lunes. Hasta el último minuto no sabía si podría ir y sí, pude hacerlo, así que di gracias a la divina providencia por ser generosa conmigo, me arreglé un poco y me marché dispuesta a pasar un rato poético/entretenido porque sabía que no me aburriría.

Hacía una tarde estupenda de primavera, iba con tiempo y fui a la parada del autobús que tengo casi debajo de mi casa. Llegó enseguida y en un pispás me planté en la plaza del Ayuntamiento. Entre los confinamientos de la pandemia y los confinamientos a los que estoy acostumbrada a causa del cuidado de mami, cuando llego al Centro en mi cabeza reverberan los ruidos y la algarabía de la gente, es como si el mundo hubiera subido el sonido de esa televisión imaginaria que es la vida diaria.

Sabía que habría gente y cuando entré al salón Sorolla del Ateneo de Valencia mis suposiciones se confirmaron. Muchos y muchas de los asistentes estaban ya sentados en las sillas del público, dos de los actuantes de la tarde, Antonio Mayor Sánchez y Blas Muñoz Pizarro en la mesa habilitada en la tarima para el acto y mucha gente saludándose de pie a lo largo de todo el salón.

Miré si había alguna silla libre al final de la sala y al primero que vi fue a mi querido amigo y fotógrafo, el mejor, Jose Luis Vila Castañer qué alegría me dio verle. Entre los dos nos repartimos las dos sillas del final y lo arreglamos divinamente. En eso se acerca una chica a saludarme, en el primer momento no caí, pero enseguida la reconocí, era una excompañera del TSJ, una poeta de la que hablaré después, a la que desde el primer confinamiento no había visto, qué alegría me llevé también al verla, qué bien empezaba la tarde.

Después me acerqué a las primeras filas del salón, había mucha gente a la que quería saludar y cito un poco aleatoriamente porque sé que me dejaré a alguien, que no me lo tome nadie en cuenta, por favor, que luego dicen esto y lo otro. Juan Luis Bedins que ahí estaba, tan cariñoso como siempre, tan trabajador, tan amigo de sus amigos, siempre con ese carácter suyo tan positivo que transmite energía; Rosa Llorens compañerísima del Aula de poesía estaba sentada en la primera fila junto a Félix Molina Colomer, coordinador del Aula I de Poesía del Ateneo y al lado estaba Virgilio Fuero Martinez también compañero del Aula; y Gloria de Frutos gran poeta con la que hacía mucho tiempo que no coincidía, me alegré mucho de verla, me hubiera gustado charlar un poco con ella; Mercedes Garay la esposa de Blas Muñoz, tan divina y cariñosa como siempre y que tanta alegría me da verla; Chus, la esposa de Antonio Mayor Sánchez a la que fui a saludar pero en ese momento le estaba diciendo no sé qué a no sé quién y creo que ni me vio, lógico, estaba con toda la familia acompañando a su marido, estaba su hijo, dos nietas preciosas que leyeron un poema de su abuelo al final del acto y no sé si había alguien más de la familia porque, como decía, no pude hablar con ella ni con Antonio, tan demandados por unos y otros esa tarde; estaba también Julio Delgado y Norma Gonzalez imprescindibles últimamente en la mayoría de actos poéticos que se celebran, Norma después recitó con ese estilo propio tan especial uno de los poemas de Antonio que hablaba de nardos y de Chanel 22, me llamó la atención porque mami gastaba siempre Chanel 5, ahora solo gasta colonia fresquita; llegó mi queridísima Vicky, María Victoria Roig Borras que brilla con luz propia, tan espectacular como siempre, con esa sonrisa que deslumbra, con un traje primaveral en blancos y verdes que le sentaba divinamente; Virginia Oviedo que por casi se me pasa porque estaba en mis cosas cuando la vi y miraba sin ver, menos mal que me saludó ella de pasada, si es que había tanta gente y tan conocida que casi no vi a nadie.

Enseguida subieron a la tarima para sentarse a la mesa con sus dos compañeros, Vicente Barbera Albalat y Pascual Casañ: Antonio Mayor y Blas Muñoz, como decía antes, ya estaban sentados, de esta manera entre los cuatro, miembros del grupo poético El Limonero de Homero se completó la mesa, Antonio, además, era el que presentaba su nuevo libro: Antología Poética 1960-2020, ese era el motivo por el que estábamos esa tarde todos allí.

Fue Vicente Barberá quien comenzó el acto agradeciendo a la presidenta del Ateneo, Carmen de Rosa, el nuevo ciclo de LiterAteneo y, por supuesto a Vicente Bosch, componente de la Junta Directiva y encargado del área de Cultura, su cooperación para que este fuera una realidad, al que cedió la palabra.

Vicente Bosch, nos dio la bienvenida a una nueva sesión de LiterAteneo y a los poetas les agradeció el nuevo ciclo. Destacó de Antonio Muñoz su calidad humana además de su faceta de poeta.

De nuevo tomó la palabra Vicente Barberá, quien, con esa soltura que le caracteriza, nos fue contando un poco la vida académica y literaria de Antonio Muñoz. Nos contó que nació en Salamanca, recuerdo el año, pero no es importante, y allí se hizo doctor en Filología Hispánica, después se trasladó a Valencia, a la Universidad de Cheste donde estuvo bastante tiempo; después estuvo en Canarias y de allí saltó a Costa Rica donde estuvo durante ocho años, años, en parte, de aventuras por razón de su trabajo y la situación política del país durante la dictadura, nos contaba Vicente Barberá que hizo cosas increíbles. Fue profesor y en aquella época conoció a distintas personas de los gobiernos de diferentes países y además a un poeta un tanto revolucionario que después formó el grupo musical los de Palacagüina, también conoció a Violeta Chamorro, al presidente actual de ese país, vivió grandes aventuras y le emplazó a que nos las contara en una charla aparte que después Antonio aceptó; a su regreso de Costa Rica se reincorporó a la Universidad de Cheste y después estuvo de profesor en el Instituto Luis vives. Tras ello, Vicente hizo un recorrido por la bibliografía de Antonio. Entre sus libros está el premio Gerardo Diego del que volvería a hablar después Blas Muñoz y que yo de paso añadiré algo más, el poemario Polaroids, y los cinco poemarios de El Limonero de Homero, obras colectivas de los cinco poetas. Cuando terminó, Vicente le pasó la palabra a Antonio Mayor.

Antonio, en primer lugar, le dio las gracias a Vicente por la presentación y después, como decía, aceptó el ofrecimiento que le hizo y nos prometió una charla para contarnos sus aventuras en Costa Rica y la revolución Sandinista, apuntó que le iría bien para recordar muchas cosas que se le van olvidando por el transcurso del tiempo. Y prácticamente no dijo nada más, o no lo recuerdo.

Blas Muñoz, que iba a presentarnos al Antonio poeta, le reprochó su brevedad con un ¿Ya está? que me hizo mucha gracia, es que estos poetas son geniales, su amistad es increíble, aunque en ocasiones las discrepancias sobre aspectos poéticos los lleven a enconadas discusiones que quedan en nada, yo disfruto cuando los oigo discutir, perdón, hablar, sobre un tema recurrente en las clases del Aula. Y comenzó su intervención. Antes, Antonio comentó que en las reuniones de El Limonero él lleva un poema y Blas le dice lo que quiso decir al escribirlo, genial, lo que decía antes.

Comenzó diciendo que no había tenido tiempo de leer todo el libro que se presentaba esa tarde, y que por tanto iba a hablar de sus otros dos libros que conocía muy bien.

Nos contó cómo se conocieron hace casi quince años a raíz de ser ambos seleccionados, como profesores que eran de Instituto, para dar clases de selectividad en un colegio. Después fue nuestro querido Joaquín Riñón quien llevó a Antonio a las reuniones de poetas en el Ateneo.

Sus primeros poemas datan de la Universidad de Salamanca donde publicó alguno de ellos en su revista. Colaboraba no solo con sus poemas sino también con diseños de portadas, y pese a su silencio poético que en realidad no lo fue porque él siguió escribiendo, no es hasta la primera antología de El Limonero de Homero cuando aparece alguno de sus poemas publicados. Después ganó el premio internacional de poesía Gerardo Diego del gobierno de Cantabria; comentaba que lo ganó por sus méritos en este mundo de "componendas e intrigas" (sic), se me quedó grabado. Grandes poetas como algunos que citó, entre ellos, el valenciano Pascual Casañ y el alicantino, Ramón Bascuñana, fueron importantes ganadores del premio otros años. Y aquí es donde yo quería decir algo: entre el público estaba otra poeta ganadora de un Gerardo Diego, el de 2021, pero de la Diputación de Soria, mi excompañera del TSJ, Palmira Cañada, un poemario bellísimo que tuve el honor de leer antes de que llegara a ser lo que fue cuando terminó de escribirlo y me lo dio a leer diciéndome: no te gustará, es una poesía muy distinta a la tuya, y era cierto, no se parece en nada, pero me subyugó. De la mano de Polimnia, de Pilar Verdú, una grandísima poeta valenciana, ese poemario, llegó a lo alto de la poesía. Su primera obra poética, también como dijo Blas de la de Antonio, de versos cortos, recuerdo que comentaba cuando lo estaba escribiendo que cada vez quitaba más cosas y que al final se quedaría sin nada. Palmira es una mujer discreta, que no hace ruido, como Antonio, quizá la grandeza de los grandes poetas esté ahí, quizá el destino quiso que dos premios de nombres iguales, de distintos puntos de la geografía española, se juntaran esa tarde en el Ateneo de Valencia, qué mágico.

Volviendo al discurso de Blas, decía que la poesía de Antonio, en palabras del poeta Jaime Siles es una poesía de versos breves pero intensos. A Antonio el lenguaje habitual le queda corto, por eso a veces utiliza sintagmas que no existen. Tanto le gustó su poesía que fue Siles quien prologó el siguiente poemario que publicó: Polaroids, Blas prologó el premiado, no sé si me confundo, en cualquier caso, dos grandes poetas para otro grande. Me hizo gracia cuando dijo que, pese a que Polaroids hace referencia a fotografías, los poemas no reflejan ninguna imagen, imágenes falsas dentro de ese lenguaje ampliado de Antonio, y esto es cosecha mía porque leí su libro, que reflejan una realidad que él transforma en imágenes de una forma muy especial. Y voy a ir resumiendo o esta crónica se convertirá en una tesis; las características de la poesía de Antonio, de los dos libros que comentaba son su brevedad, la simbología, su tono elegiaco y su intensidad. Tras ello nos habló del libro que se presentaba esa tarde. El libro está dividido en cuatro bloques y cada bloque consta de varios libros, libros de poemas inéditos y que se preguntaba Blas el porqué de ser una antología, y también el criterio seguido por Antonio a la hora de la selección, quizá ninguno, me respondí yo, como he hecho en las antologías que he trabajado, la poesía a veces no entiende de criterios, no todo en esta vida ha de tener un por qué, pero son cosas mías. Y una curiosidad del libro es que en dicha antología prácticamente no aparecen poemas de sus dos libros publicados ni de las antologías de El Limonero de Homero.

Antonio nos leyó una especie de haiku, y digo una especie porque su métrica no se corresponde con la del haiku, pero sí por su contenido. Esa inmediatez que surge con la contemplación de algo. Luego nos leyó un poema muy corto, de tres versos, con un juego de palabras desconocidas que nos explicó, muy interesante, con esas palabras que, como decía más arriba, no existen, pero que él necesita para expresar lo que ve o siente y que inventa para expresarse mejor. Blas lo explicó mejor que yo, por supuesto, es que Blas es mucho Blas.

César Márquez Tormo aunque no estuvo en el acto, lo estuvo cuando Blas Muñoz comparó su poesía con la de Antonio con la que coincide, y que César titula "deciracer" y al que César tanto admira.

Blas Muñoz continuó comentando algo más, concluyó su intervención, y enseguida se dio paso al recitado y a los videopoemas.

Salieron varios poetas a leer alguno de sus poemas entre los que se encontraban, Rosa Llorens, Félix Molina, el poeta valenciano afincado en Madrid, Rafa Soler que recitó por medio de un vídeo que envió, Norma González, Pascual Casañ, y se pasaron algunos videopoemas como el de Virgilio, precioso, que hablaba de montañas azules, otro de José Grimalt y uno del hijo de Antonio con el recitado de su padre, bellísimo. Y no me olvido de los dos poemas que leyeron dos de sus nietas que lo hicieron muy bien, la pequeña, además, nos leyó un segundo poema, escrito por ella, dedicado a su abuelo, parece que seguirá su estela poética, una delicia escucharlas. No dejaré fotografías ni video de ellas porque son menores y hay que tener cuidado con las redes.

Creo que eso fue todo, Vicente Barberá despidió el acto y, siguiendo la norma habitual de estos actos, nos hicimos la foto de grupo. Yo dejaré algunas fotos que me ha prestado mi querido José Luis Vila, algunas mías y algún fragmento de algún vídeo.

Quiero destacar la eficiencia de las personas que trabajan en la parte técnica de estos actos, surgieron un par de problemillas, pero enseguida se solucionaron, especialmente citar a mi querido Vicente Bosch que anduvo toda la tarde de aquí para allá solucionándolo todo, Vicente cuida la cultura, ama la cultura, por eso está al frente de ella, por eso organiza tanta y tan buena en el Ateneo de Valencia.

La verdad, no me despedí de nadie porque había mucho jaleo y se me hizo tarde, pero bueno, tampoco era necesario porque nos veremos pronto, bueno, yo ni lo sé, en cualquier caso, nos encontraremos cuando sea, en eso confío.

Hacía calor cuando salí a la calle, parecía que el aire se podía cortar, así que decidí andar un rato, hasta que me cansara, y así lo hice, me gusta asimilar lo que he vivido paseando sin que nadie me hable y fijar en mi memoria palabras, momentos, reflexionar sobre la poesía, los amigos, los conocidos, los que están cerca, lejos, sobre los que se fueron pero que permanecen y están siempre presentes, como nuestro querido Joaquín Riñón. Y así, sin darme cuenta, mi mano se alzó cuando a lo lejos vi la luz verde de un taxi libre. Si es que no tengo remedio.

Gracias por leerme, especialmente dedicada esta crónica a aquellos que por razón de su lejanía no pueden estar con nosotros como por ejemplo Carmen Salas Del Río y mis dos queridas amigas mexicanas, Rosalia ZaRe y Marichu Fernández. Y a los que por razón de la edad o de enfermedad o cualquier cosa no pueden acompañarnos en estas tardes tan bellas de cultura poética.

Texto: Magda Villarroya. Escritora y poeta.

Fotografías: Jose Luis Vila

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