El suicidio es la principal causa de muerte violenta en el mundo, por encima de homicidios, guerras y accidentes de tráfico. Su frecuencia ha aumentado un 60% en el último medio siglo, y ya son varios los estudiosos que señalan un incremento propiciado por muchas causas como los trastornos psiquiátricos, la salud mental, pero también a otros factores como los problemas económicos o la imposibilidad de conseguir los objetivos marcados.

En la mayoría de los casos existe algún tipo de trastorno psiquiátrico, la mayor parte de las veces, una depresión. De ahí la importancia de la atención y detección temprana. El suicidio es un problema de salud pública y un problema socio-sanitario de primer orden que también afecta a los jóvenes y adolescentes, convirtiéndose en la primera causa de muerte externa duplicando la mortalidad de los accidentes de tráfico en esa edad.

Existen factores genéticos, biológicos y familiares que predisponen a una persona a sufrir una conducta suicida en determinados momentos de su vida. Esos factores de riesgo pueden ser de tipo personal, haber sufrido algún tipo de maltrato o abuso, pero también existen algunos factores sociales, académicos o laborales y algunos determinantes socio-económicos.

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