España, y también Valencia, tenían una realidad social, cultural y económica que tuvieron un antes y un después de la Guerra de la Independencia. "Es verdad, que en aquellos tiempos tampoco faltaban problemas, pero ni más ni menos que cualquier otro país de la convulsa Europa del momento. Para España, la Revolución Francesa y la intervención napoleónica fue el trágico final de un sueño de progreso", resumía Alejandro Mohorte, comisariado, experto en la época napoleónica y miembro de la Asociación Cultural de Amigos del Museo Histórico-Militar de Valencia y colaborador de l’Iber. De nosotros depende que todos aquellos logros no queden en el olvido.

En la conferencia Alejandro hizo un detallado resumen de asuntos de enorme relevancia como fueron en su origen las reformas de Carlos II y los Borbones, pero también se trataron asuntos de cómo era en 1800 la sociedad, la diferencia del campo y de la ciudad: con el urbanismo y las nuevas instituciones; la cultura con la alfabetización y la llegada de las universidades, los reales colegios, las expediciones y la prensa. También se desgranó como era la economía: con la llegada del comercio, la industria, las infraestructuras y las administraciones municipales, así como las capitanías generales y la Corona. Por último se desarrolló como estaba el ejército y sus personalidades. Así desarrolló Mohorte Medina su conferencia:

Las reformas de Carlos II y los Borbones

La crisis española, la llamada "decadencia", había tocado fondo a mediados del siglo XVII. Pero ya a finales de siglo durante el reinado de Carlos II empieza la recuperación. En 1680 es designado jefe del gobierno el duque de Medinaceli, que inicia reformas estabilizando la moneda, fiscalizando a la Iglesia, recortando los gastos de la corte, y sobre todo desarrolla el comercio.

Así España pasa a ser el gran intermediario entre América y Europa, suministrando productos americanos e importando productos elaborados europeos, que a su vez reexporta a los virreinatos americanos. Se extiende entonces por Europa el uso del maíz, la patata, el cacao, el chocolate y el tabaco, todos ellos de procedencia americana.

En el plano científico, a finales del siglo XVII el movimiento de los "novatores" estaba ya introduciendo nuevos conceptos, como la experimentación y nuevas instituciones como academias y laboratorios. Su renovación culmina con la fundación de la "Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias" de Sevilla en 1700, que fue la primera academia médica de Europa, además de la primera institución científica española plenamente moderna.

Ya en el siglo XVIII los reyes de la dinastía borbónica española Felipe V, Fernando VI y Carlos III implantaron desde 1700 a 1788 el llamado "despotismo ilustrado" como política de estado. En los territorios de la Corona no se reconoce más autoridad que la del rey, se unifica la legislación, se suprimen aduanas interiores y se reforma la administración.

En economía se sigue el "mercantilismo" que apoya el comercio y la producción industrial nacional, defendida con barreras aduaneras que dificultan la importación de productos extranjeros. En este marco se hacen grandes infraestructuras como canales, astilleros, carreteras, y se desarrollan las "Reales Fábricas" para introducir la tecnología industrial más avanzada de la época.

Respecto a la Iglesia se impone el "regalismo" por el que la Corona respeta los asuntos doctrinales de la Iglesia, pero todo lo demás debe depender del rey: por el concordato de 1753 la Corona española tiene el "patronato regio" por el que el Papa solo puede elegir los cargos eclesiásticos de entre los candidatos que le ofrece el gobierno español.

Desde 1771 pasan a la jurisdicción civil asuntos que antes correspondían a la Inquisición, que desde 1776 no puede enjuiciar sin licencia del rey, transformándose en una policía política al servicio de la monarquía con apenas residuales competencias religiosas. En este marco se dedicará al control de publicaciones como la Enciclopedia, o más tarde la propaganda de la Revolución Francesa. La censura estaba presente en toda la Europa.

Hitos culturales de esta época: el descubrimiento y excavación de las antiguas ciudades romanas de Herculano en 1738 y de Pompeya en 1748, ambas por el ingeniero militar español Roque Joaquín de Alcubierre, apareciendo así el arte neoclásico en toda Europa. También en 1748, el investigador español Antonio de Ulloa descubre el platino.

En política exterior la Corona española toma como objetivos principales la defensa de los territorios de América y la recuperación del control de Italia: así en el norte de África se reconquista Orán en 1732, se interviene en Nápoles derrotando a los austriacos; en América los británicos son derrotados en 1741 en Cartagena de Indias, y se completa el control del norte de Italia con la victoria hispano-francesa de Madonna del Olmo en 1744. Además, España interviene en la guerra de la independencia norteamericana apoyando a los rebeldes, derrotando a los británicos en Florida y Menorca en 1781 recuperando ambos territorios. Sólo resistieron en Gibralta.

La economía española había superado una crisis de proporciones alarmantes; era un estado centralizado, con unos intelectuales con los ideales ilustrados europeos de "felicidad" y "utilidad", pero sin romper por ello con la ortodoxia religiosa y el sentimiento católico, son los rasgos fundamentales de la sociedad española del siglo XVIII. En 1788 fallece el rey Carlos III y sube al trono su hijo Carlos IV, heredando una Corona española próspera y respetada como potencia internacional, pero España entra en crisis durante su reinado tras la revolución francesa de 1789, y la invasión napoleónica (1808 a 1814) arrasará hasta los cimientos.

La Sociedad

Según el "Censo de Godoy" de 1797, España tenía unos 10 millones de habitantes, a los que se añadían otros 11 millones en los territorios de América y Filipinas. En comparación Francia tenía unos 26 millones de habitantes, y Gran Bretaña diez millones. De cada 100 españoles, 10 eran nobles... Había 30.000 señoríos, la mayoría de esos nobles sólo lo eran de nombre y vivían de la agricultura, el comercio, profesiones liberales como la abogacía, eran funcionarios de la administración real o eran militares.

Había muchos nobles, pero sólo unos pocos eran poderosos, aunque controlaban un 44,5% de las tierras de cultivo españolas: casi la mitad del total. De todas formas carecían de poder político al haberse abolido la servidumbre en España con las "Leyes de Toro" de 1505. Su poder era económico y social. La propia Corona controlaba un 27,66% de las tierras de cultivo: algo más de una cuarta parte del total.

Con la Iglesia pasa lo mismo: de cada 100 españoles 5 eran religiosos, pero con muchas situaciones diferentes entre ellos, y la Iglesia controlaba un 14,28% de las tierras de cultivo así que era poderosa pero ni mucho menos lo que dice la leyenda. El servicio doméstico en la sociedad europea y española de la época era muy numeroso: de cada cien habitantes españoles 10 eran sirvientes, otros 5 serían funcionarios civiles y militares, 15 serían artesanos y obreros industriales, y uno sería comerciante.

La economía y sociedad europeas de la época seguía siendo agrícola así que de esos 100 españoles 10 serían pequeños propietarios y granjeros que controlaban un 13,61% de las tierras de cultivo, 15 serían arrendatarios que trabajaban en su mayoría en las tierras de la nobleza, y 25 serían jornaleros agrícolas que dependían de las cosechas para tener trabajo; mientras uno sería pastor, uno marinero y en torno a dos serían población en situación de marginalidad. Y así era la sociedad europea de la época, ya que España no era diferente ni lo ha sido nunca.

El campo y la ciudad: urbanismo y nuevas instituciones

La Europa de 1800 era aún esencialmente rural. Según Jan de Vries en su obra "La urbanización de Europa 1500-1800", en España un 11,7% de su población vivía en ciudades de más de 10.000 habitantes, para comparar en Francia era un 8,8%, y los principales núcleos urbanos eran: Madrid con 167.000 habitantes, Barcelona 115.000, Sevilla 96.000, Valencia 80.000, Cádiz 70.000 y Granada con 55.000 habitantes.

En las ciudades europeas de la época casi todas las calles y avenidas estaban sin pavimentar y seguían siendo de tierra. En el siglo XVIII la "Ilustración" se caracteriza por la construcción de edificios monumentales para dar cabida a las nuevas instituciones gubernamentales o culturales.

En 1714 se funda la "Librería Real", hoy Biblioteca Nacional y las Reales Academias como la de Lengua en 1714, que es la primera o en Valencia se funda la "Real Academia de Bellas Artes de San Fernando" en 1742, y en 1758 se construye el edificio de la Aduana (el actual Tribunal Superior de Justicia frente al jardín de la Glorieta).

El cultivo de las ciencias se impulsa con la creación de centros de estudio y experimentación como en Madrid el "Real Gabinete de Historia Natural" en 1752, entre otros muchos centros. En Madrid se ajardina el Paseo del Prado, y en Valencia ya se tenía el Jardín Botánico y el paseo de la Alameda.

El "Real Observatorio Astronómico" de Madrid lo funda Carlos III a propuesta del marino y científico valenciano Jorge Juan, y su edificio es obra del arquitecto Juan de Villanueva, iniciándose su construcción en 1790 en el actual parque de El Retiro.

En esa época se deja de enterrar a la gente en las iglesias y se construyen los primeros cementerios fuera de las ciudades: si en París el primero es el del "Pére Lachaise" inaugurado por Napoleón en 1804, el Cementerio General de Valencia se inaugura en 1807.

Cultura: alfabetización, universidades, reales colegios, expediciones, prensa

El rey Carlos III en 1787 dispuso que todo municipio tuviera una escuela de primeras letras, aunque la educación no era obligatoria igual que en el resto de Europa. Según el investigador Jacques Soubeiroux en España estaban alfabetizados un 34%, más un porcentaje de población que podía considerarse semialfabetizada. Esas eran las cifras de la época, y ningún país podía presumir demasiado al respecto.

En Valencia esa primera enseñanza para niños de 6 a 10 años se hacía en diez escuelas públicas del ayuntamiento, una de ellas en la actual calle "Escuelas o Escoletes del Temple" (detrás del palacio del Temple, hoy sede del Gobierno Civil) a la que debe su nombre.

Colegios de la época eran las "Escuelas Pías", el "Real Seminario Andresiano de Nobles" para niños de la nobleza (en el actual edificio del instituto Luis Vives) y la "Real Casa de Educandas" para niñas (en el edificio del actual ayuntamiento de Valencia), entre otros.

En Madrid se crean muchos colegios desde finales del siglo XVI hasta finales del XVIII: el "Colegio de Nobles", el "Colegio Imperial", los "Reales Estudios de San Isidro", el "Colegio de Nobles" o "Real Seminario de Nobles" de Madrid, que junto al de Valencia era un internado donde se aprendía humanidades, filosofía, historia, geografía, matemáticas, latín, francés y alemán. En 1770 volvieron los jesuitas.

La enseñanza superior se hacía en las universidades distribuidas por todo el territorio de la Corona española: nueve universidades en la Península entre ellas la de Valencia, una en Canarias, otras diez en la América española y otra más en las islas Filipinas. En España no había una prohibición expresa para que las mujeres no pudieran ir a la universidad.

La primera mujer que consiguió un doctorado universitario en Europa fue el 6 de junio de 1785, doña María Isidra Quintina Guzmán y la Cerda (1767-1803), en Filosofía y Letras Humanas. Fue reconocida miembro de la Real Academia, siendo la primera mujer académica conocida en Europa, y también era miembro de la Sociedad Madrileña de Amigos del País. En esta época el viaje fin de carrera era el complemento de una buena educación. En España se llamaba "correr cortes", que duraba un año recorriendo Gran Bretaña, Francia, Suiza, Italia, Alemania, Holanda y Bélgica. Aquí encontramos el libro "Viage fuera de España" del valenciano Antonio Ponz cuya primera edición es de 1785 y la segunda de 1791.

La ciencia española también salía al exterior con expediciones científicas patrocinadas por la Corona: las expediciones botánicas a Perú y Chile por Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón en 1777; a Nueva Granada del médico José Celestino Mutis en 1782, a Nueva España de Martín de Sessé y José Mariano Mociño en 1787; la "Expedición Malaspina" de 1789 dirigida por el capitán de navío Alejandro Malaspina por el océano Pacífico. Pero de todas ellas sobresale la "Real Expedición Filantrópica de la Vacuna" más conocida como "Expedición Balmís" dirigida por el alicantino Francisco Javier Balmís, que dio la vuelta al mundo desde 1803 a 1806 vacunando contra la viruela.

Además los conocimientos han de difundirse a la sociedad. Uno de los hábitos sociales que caracterizarán el siglo XVIII serán las tertulias y los salones, que era reuniones privadas donde se trataban temas culturales y científicos. De estas reuniones saldrán las Sociedades Económicas de Amigos del País. Una de sus funciones era la difusión de los avances técnicos aplicables a la economía de cada territorio, como el "Método de hilar de Vaucason" publicado en 1779 por José Lapayese de la Sociedad Económica de Valencia. La primera es la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País en 1765. La de Valencia se funda en 1776 a la que seguirán las muchas que se fundaron en el resto de España.

La prensa europea tiene su origen en las Gacetas del siglo XVII, pero no empieza a cobrar importancia hasta la mitad del siglo XVIII. En España la prensa aparece en Sevilla en 1625, el primer periódico diario del mundo fue en británico "Daily Courant" que aparece en 1702, y el segundo diario del mundo fue el español el "Diario de Madrid” fundado en 1758 por Francisco Mariano Nipho.

La prensa era el principal medio de difusión de noticias y debates culturales en la época. En 1800 hay publicaciones oficiales como la "Gazeta de Madrid" (el actual Boletín Oficial del Estado) que se publicaba ininterrumpidamente desde 1661. A nivel de prensa local en Valencia el 1 de julio de 1790 aparece el "Diario de Valencia" (el primero de la ciudad) que incluía noticias, novedades, artículos científicos y anuncios publicitarios, y dos años después el 1 de octubre de 1792 salió el primer número del "Diario de Barcelona".

Economía: comercio, industria, infraestructuras

Empezando con la economía, la base del sistema monetario español del siglo XVIII fue el "real de a ocho", "peso", "peso fuerte" o "duro" de 26,8gr de plata, que por su alto valor y grado de pureza tuvo una gran aceptación internacional. Fue muy difícil de falsificar.

La política económica de la monarquía ilustrada española del siglo XVIII era el "mercantilismo"; desarrollan la agricultura e industria propias para reducir las importaciones y se impulsaba el comercio exportador creando compañías comerciales. Se protegía la producción propia con barreras aduaneras que encarecían la importación de productos extranjeros. También se buscaba crear una clase media agrícola que estabilizara la sociedad rural, y reducir el desempleo.

La Corona invirtió en obras hidráulicas, construyéndose el Canal de Castilla, el Canal Imperial de Aragón, el Canal de Tauste, el Tajo-Manzanares y el del Guadalquivir. En Valencia la prolongación de la "Acequia Real del Júcar" de Algemesí a Sollana, hecha entre 1758 y 1767, y hasta el barranco de Catarroja o "Acequia del Proyecto" terminada en 1801, permitió triplicar la superficie de regadíos.

A nivel industrial frente al pequeño taller artesano gremial tradicional, se busca la concentración de mano de obra en grandes manufacturas o "Reales Fábricas" estatales. En esta línea mercantilista se impulsan las maestranzas, donde se fabrican las armas del ejército, y los arsenales donde se construyen los navíos de la Real Armada.

Como ejemplo la "Real Fábrica de Tejidos" de Guadalajara en 1718 que las tropas francesas destruyeron. La "Real Fábrica de Porcelanas y Piedras Duras del Buen Retiro" de Madrid y "La Real Fábrica Las Caballerizas Reales".

De todas formas la mayor parte de la producción industrial del momento era privada, como la de tejidos de seda en Valencia, de paños en Alcoy y muchas otras además de la producción artesanal y en el ámbito familiar.

La industria del algodón es la gran novedad del siglo XVIII, especialmente en Cataluña. En Santander se establece en 1787 el primer centro cervecero español. La iniciativa privada en este campo tiene su mejor ejemplo en el valenciano Joaquín Manuel Fos: de incógnito, estuvo en Francia e Inglaterra trabajando en fábricas de seda, y después volvió a Valencia con los secretos profesionales descubiertos que publicó por cuenta del gobierno en 1790 en un volumen titulado "Instrucción metódica" detalladamente ilustrado.

La ciudad de Valencia se había transformado a lo largo del siglo XVIII en un importante centro de producción manufacturera basado principalmente en la producción de seda y cerámica. En Valencia se había introducido el tejido de algodón con treinta telares en la fábrica de la calle Corona, pero el predominio abrumador en la industria textil valenciana eran los 3.800 telares de seda, regidos por el "Colegio del Arte Mayor de la Seda", que entre 1785 y 1790 producían anualmente más de dos millones de varas valencianas (aproximadamente metros) de tejido. Esta producción mediatizará a la industria sedera francesa con centro en Lyón, a la que terminará poniendo en aprietosdesde 1770, aunque posteriormente ambos centros se acusarán mutuamente de provocar la crisis del sector con su competencia.

Valencia fue también el principal centro productor de cerámica arquitectónica del siglo XVIII recubriendo pavimentos, zócalos, escaleras, cocinas y cuadros cerámicos en fachadas, exportados a todo el territorio de la Corona española y el extranjero. Ya en 1727 se había fundado la "Real Fábrica de loza y cerámica" en la población castellonense de Alcora, pero en Valencia en el año 1780 el setabense Marcos Antonio Disdier compró fábricas en las calles Mosén Femades y Barcas e introdujo nuevas técnicas recibiendo de la Corona en 1795 la distinción de "Real Fábrica de Azulejos de Valencia" como modelo industrial a seguir en esta materia.

A nivel comercial estaban también las "Compañías de las Indias", británicas y holandesas. Los Borbones españoles también veían con buenos ojos la creación de compañías comerciales monopolísticas entre España y los virreinatos americanos. La "Compañía de Honduras", la "Real Compañía Guipuzcoana de Caracas", la "Compañía de Filipinas", la "Compañía de Galicia", la "Compañía General y de Comercio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid", etc.

El marqués de la Ensenada en 1748 reorganiza la Real Hacienda y hace el "Catastro" donde se registran todas las propiedades de todo el territorio de la Corona española. Se emiten también los "Decretos de Libertad de Comercio": en 1765 se pone fin a la política de puerto único en Sevilla y en Cádiz, se permitirme el tráfico comercial con América a nueve puertos españoles. El buen resultado de la medida llevó a que en 1778 se autorizara el comercio a todos los puertos principales españoles, y en 1789 todo súbdito español podía comerciar con América sin trabas. Sólo faltaba Valencia, que no tendrá preparado para este tráfico su puerto de El Grao hasta 1791.

A mediados del siglo XVIII hay proyectos para hacer un banco nacional siguiendo el modelo del Banco de Inglaterra. En 1750 aparece la "Oficina del Real Giro", y por iniciativa del banquero Francisco Cabarrús el 2 de junio de 1782 se publica la Real Cédula en la que se constituye el "Banco Nacional de San Carlos", conocido desde su nacimiento de forma habitual como "Banco de España". Fue uno de los primeros de Europa: el Banco de Francia será creado en 1800 por Napoleón Bonaparte.

Una característica del siglo XVIII es la creación de redes de comunicaciones que sirvan a comerciantes, agricultores y viajeros particulares. En Francia el rey Luis XIV empieza a arreglar carreteras en la segunda mitad del siglo XVII, y en 1775 se adopta el "sistema Treseguet". En Gran Bretaña se empieza a pavimentar carreteras con el "sistema Telford" en 1801.

En España ya se había empezado a arreglar carreteras con los Reyes Católicos, y en 1720 se publica el primer reglamento de correos donde se definen los seis itinerarios de postas que son la base del sistema radial de carreteras en España. En el siglo XVIII ya se ha generalizado en los caminos españoles el uso de carruajes y coches.

Se sigue el sistema romano de las "iniecta glarea" o carreteras de segundo orden, con firme pero sin el enlosado superior, que servirá de modelo para todas las pavimentaciones europeas. En 1761 se establece la red radial de carreteras, ya oficialmente, y dado el creciente número de vehículos en 1787 aparecen las primeras normas de tráfico.

También se desarrolla el correo. En 1716 el correo pasa a ser administrado por el estado, siendo España el primer país del mundo que tomó esta medida. Los carteros urbanos para reparto a domicilio se establecen en 1756, se abren buzones en las oficinas de correos en 1762 para poder dejar la correspondencia fuera del horario de apertura, y en 1785 se establece el reparto de correo en el medio rural.

Pero no todo estaba dicho en comunicación. En 1790 el francés Claude Chappe concibe un sistema de telegrafía óptica, la Convención francesa acepta en 1792 financiar una línea de pruebas, y en 1794 se emite el primer telegrama de la historia, empezando a construirse la primera red de telegrafía francesa. En 1794 se establece una red de telegrafía óptica en Inglaterra entre Londres y los puertos del canal de la Mancha, y por fin en España en 1799 se aprueba el proyecto del ingeniero canario don Agustín de Bethancourt.

Administración: municipal, capitanías generales, Corona

A nivel de administración municipal desde el "Decreto de Nueva Planta" de 1707 en Valencia se seguía el modelo castellano de "corregimientos" encabezada por dos "corregidores", un "intendente" que recaudaba los impuestos municipales, dos "alcaldes mayores" encargados de la administración de justicia y seguridad ciudadana, y veinticuatro "regidores". Todos ellos eran miembros de la nobleza y la burguesía, y eran nombrados para sus cargos vitalicios por designación real. De entre ellos elegían a un "síndico procurador general" que velaba por los intereses del ayuntamiento.

Por Real Orden de 5 de mayo de 1766 se introduce una novedad: 200 "vecinos seculares y contribuyentes" eligen a los "síndicos del común", que son cuatro "diputados del común" que controlaban la gestión de los regidores en abastos e impuestos municipales, y el "síndico personero" que como un defensor del pueblo denunciaba las acciones del ayuntamiento que pudieran perjudicar a personas individuales. De esta manera, en España el sufragio censitario ya se estaba utilizando a nivel municipal. Además, estaba la "Junta de Propios y Arbitrios" para controlar las finanzas municipales y que a su vez era supervisada por la "Contaduría General de Propios y Arbitrios" que actuaba en todo el territorio de la Corona.

La "Real Junta de Policía" estaba encargada del urbanismo, alumbrado, prevención de incendios y limpieza, y finalmente la "Junta de Sanidad" presidida por el Capitán General, un médico y dos representantes del ayuntamiento, era responsable de los hospitales y del control de epidemias. En Valencia a nivel de la huerta los pleitos sobre el riego los decide el inmemorial "Tribunal de las Aguas" que hoy en día se sigue reuniendo igual que entonces, siendo el tribunal en ejercicio más antiguo de Europa.

Por encima de los organismos municipales la Corona española organizaba su territorio en "Capitanías Generales" llamadas en América "Virreinatos". A la cabeza de la capitanía general estaba el "Capitán General" a cargo de la administración civil y militar, que también presidía la "Audiencia" que era la máxima instancia judicial en el territorio y el "Real Acuerdo" o asamblea de los tres brazos (nobleza, iglesia y burguesía urbana como pueblo) que se convocaba en situaciones excepcionales. Sin embargo, el Capitán General a nivel financiero dependía del "Intendente", que era el funcionario a cargo del patrimonio real y de la recaudación de los impuestos del rey en el territorio.

A la cabeza de la Corona, como soberano y titular de todos los poderes del Estado, estaba el Rey. En 1700 con Felipe V de Borbón ya se configura un verdadero régimen ministerial de tipo moderno en base a la figura del secretario del Despacho Universal. En su última reforma en 1790 las secretarías del Despacho se dividieron por materias sin diferenciar entre España e Indias en cinco ministerios: "Estado", "Guerra", "Marina", "Justicia" y "Hacienda".

Ejército

En cuanto al ejército, en España desde los Reyes Católicos no puede haber más ejército que el del rey, y desde las "Ordenanzas de 1632" de Felipe IV, se establece que para cubrir cada cargo vacante debe elegirse entre los veteranos de su escalón inmediatamente inferior que es así "ascendido".

En España no podía haber regimientos propiedad de nadie. Todo está reglamentado en las "Reales Ordenanzas" de 1768 emitidas por el rey Carlos III, hasta la filosofía de vida del estamento militar, aunque en 1802 hubo una reorganización y en1808 se emitió un nuevo reglamento recogiendo los avances en la táctica del momento.

En todos los países la guardia real o imperial tenía un rango superior al resto del ejército. En España estaba formada por la "Compañía de Alabarderos", las "Reales Guardias de Corps", la "Brigada de Carabineros Reales", y los regimientos de "Reales Guardias de Infantería Española" y "Valona" sumando unos 4.000 soldados. Eran la élite de las tropas de campaña del Real Ejército de la Corona española, no unidades de desfile. Desde fines del siglo XV la bandera de los ejércitos españoles era la "Cruz de San Andrés", como una X roja, ahora sobre el fondo blanco de la dinastía Borbón.

El Real Ejército español en 1805 sumaba un total de unos 100.000 soldados, desplegados en las costas en torno a los puertos principales, frente a la amenaza de la flota británica, y preparados para embarcar en las naves de la Real Armada hacia cualquier punto del extenso territorio de la Corona española donde fueran necesarios. De hecho el interior de la Península estaba prácticamente desmilitarizado, sin más guarnición que la de Madrid, como bien supo aprovechar nuestro "aliado" Napoleón Bonaparte cuando invadió España en 1808.

La Real Armada española en 1797 estaba formada por 72 navíos de línea, 41 fragatas y 109 barcos menores y era la tercera flota del mundo, debiendo proteger el tráfico comercial por rutas que recorrían buena parte del mundo: desde España tanto el océano Atlántico y el mar Caribe en América como el océano Pacífico hasta Filipinas.

Orgullo y buque insignia de la flota española es el "Santísima Trinidad" el navío de línea más grande del mundo. Desde el 28 de mayo de 1785 el pabellón de la Real Armada es la actual bandera roja y amarilla, que será declarada bandera nacional a mediados del siglo XIX.

Personalidades

Podemos concluir afirmando que la España de 1800 es un país normal en el contexto europeo del momento. En ese año del cambio de siglo tiene destacados intelectuales como Melchor Gaspar de Jovellanos, además de pintores como Goya, ingenieros como el canario Agustín de Betancourt, cirujanos como José Queraltó, reformadoras como la zaragozana Josefa Amar y Borbón, músicos como Luigi Boquerini afincado en España y el valenciano Vicente Martín y Soler que triunfa por toda Europa.

Poetas como Dionisio Álvarez Cienfuegos, Iriarte o Quintana, poetisas como Josefa Jovellanos, fabulistas como Samaniego, dramaturgos como Ramón de la Cruz, Luciano Francisco Comella y Leandro Fernández de Moratín, así como María Rosa Gálvez de Cabrera, escritores, científicos... además de toreros, majos, chisperos, manolos y muchos más. Incluso hay ilustrados que parten al extranjero para llevar las luces a otros, como José de Rivas en la Rusia de Catalina la Grande entre otras cosas fundador de la ciudad de Odessa en 1794.

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