Pasados 20 años de las conversaciones con Eckermann en las que Goethe usa el novedoso término de Weltliteratur, Marx se sirve del mismo en el Manifiesto comunista en relación a los procesos de globalización que el capitalismo está acelerando.

Goethe entendió que la novedad de los tiempos consistía en la consolidación de un espacio literario mundial en el cual las literaturas nacionales se integraban en base a sus mutuas relaciones, interferencias, influencias y conflictos. Consideró que tal proceso redundaba en un enriquecimiento de todas ellas, razón por la cual entendió que había que favorecerlo.

Marx coincidió con el diagnóstico goethiano del advenimiento de la Weltliteratur. Sin embargo, interpretó este fenómeno en el contexto de los procesos de globalización que el modo de producción capitalista estaba imprimiendo a la economía. Las menciones que aparecen en este sentido en el Manifiesto comunista a la literatura comprenden a esta en términos de bienes espirituales, esto es, de mercancías sometidas a los mismos procesos de producción e intercambio que los bienes materiales. Marx pronosticó en base a la expansión del capitalismo a nivel global una paulatina homogeneización mundial de tales bienes espirituales.

En las investigaciones de T.W. Adorno y M. Horkheimer efectuadas a mediados del siglo pasado en torno a la industria cultural, se puede encontrar una ratificación de tales pronósticos y un fino análisis de la función ideológica y estabilizadora de los bienes espirituales cuando quedan reducidos a meras mercancías.

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