La Revolución Francesa goza hoy de buena imagen, se relaciona únicamente con la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Y con el lema «Libertad, Igualdad, Fraternidad» (olvidando que el lema inicial concluía con: «…o muerte»). Esa imagen responde a una política de los gobiernos de la III República para crear una memoria colectiva común, construyendo una «verdad oficial» sobre el legado e historia de una Revolución presentada como romántica, y partera de la Era actual.

Pocos conocen sin embargo que en una amplia región francesa, La Vendée, la población se levantó contra las imposiciones de los revolucionarios y que la reacción de la Convención supuso el primer genocidio europeo (sistemáticamente omitido por los historiadores) en el que fueron asesinados brutalmente centenares de miles de civiles. Recientemente se ha estrenado en Francia la primera película que habla de estos hechos y se ha generado -por fin- un verdadero debate nacional.

De todos los intentos de exterminio de la historia moderna, aquel en el que mejor consta la determinación genocida es el que tuvo lugar en 1793 y 1794 contra la población de la región francesa de la Vendée a causa de su fidelidad católica. Sí como lo oyen, tanto el fundamento de la resistencia de los vendeanos, como la causa del odio revolucionario hacia ellos, fue la religión. La Convención comprendió que la mecha vandeana podía prender en todo el país por motivos similares, y fue entonces cuando se tomó la decisión del genocidio. Cortar el problema por lo sano.

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