Dar con la tumba de Alejandro Magno es uno de los grandes retos de la Arqueología, es más, es una obsesión de los arqueólogos modernos. Todos los esfuerzos parecen que han sido en vano porque todavía no se ha encontrado ni el cuerpo del propio emperador macedonio ni tampoco la tumba en sí. Lo que sí se conoce es dónde estaba, cuándo se perdió su rastro y las teorías que existen en la actualidad sobre su posible paradero.

Lo que sí conocemos es que Alejandro Magno murió en Babilonia en el año 323 a.C y que se quiso repatriar su cuerpo a su Macedonia natal. Su lujoso sarcófago bajo un palio bordado de púrpura y tirado por más de 60 mulas comenzó a recorrer los más de 1500 kilómetros que existían entre ambos lugares, pero éste nunca llegó a su destino. El imperio alejandrino sufría un conflicto abierto entre los sucesores de Alejandro Magno y eso pudo provocar que Ptolomeo trasladara el cuerpo del emperador a Saqqara, luego Ptolomeo II lo trasladaría a Alejandría hasta el siglo IV.

Existen varias teorías sobre su paradero:

  • Las más creíble es la de la arqueóloga Calliope Limneos-Papakosta, que dirige una excavación en el centro de Alejandría, en lo que en su momento fue el barrio real. Ella cree que está allí.
  • Otra teoría es la del británico Andrew Chugg, quien piensa que está en Venecia y sugiere que los supuestos restos de San Marcos son, en realidad, los del emperador macedonio. Llegaron en el siglo IX.
  • Otros lugares en los que se ha buscado su tumba han sido en la mezquita Nabi Daniel y el cementerio latino de Alejandría, en el oasis de Siwa y en la antigua ciudad de Anfípolis (Macedonia).

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