Opiniones y Citas

1º) “Notas sobre el arte del diálogo”, por José Luis Prieto Benavent

El verdadero poder de la sociedad democrática es la opinión pública. Cuando una idea política, sea la que sea, intenta el dominio absoluto de las instituciones, encuentra siempre una resistencia que sale a oponérsele desde lo más profundo y vital de la sociedad civil. El crecimiento, el desarrollo, nunca se da cuando una opinión prevalece dogmáticamente sobre las demás, sino cuando todas compiten libre y respetuosamente entre sí; cuando dialogan. El mejor político del futuro no será el que más crea saber o mejor comunique, sino el que mejor dialogue y sea capaz de llegar a acuerdos y pactos.

El éxito o la decadencia de las ideas políticas pueden evaluarse por el grado de consenso y de diálogo que suscitan. El dialogo no solo es el modelo de convivencia civilizado opuesto al uso de la fuerza, sino que ha sido, desde muy antiguo, el mejor modelo de indagación de la realidad. Ahí están los diálogos platónicos, o los Coloquios de Erasmo de Rotterdam, los Diálogos de Galileo Galilei etc. El diálogo y no el monólogo ha sido siempre el modelo de la mejor búsqueda de la verdad.

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Pero para dialogar verdaderamente hay ir avanzando en el arte de la conversación, el buen uso de las palabras y las buenas maneras. Algo de lo que los españoles estamos aun bastante alejados. Somos maestros en el arte de la discusión, el insulto, la exclusión y el dogmatismo. Para dialogar hace falta, como pedía Sócrates, conciencia de nuestra propia ignorancia. No sirven para conversar los que se consideran en posesión de la verdad. Hace falta respeto mutuo, capacidad de escucha, y sobre todo capacidad para ir variando las propias opiniones; es decir generosidad y apertura de miras. El buen conversador tiene conciencia de que todas las opiniones son legítimas y todas tienen derecho a ser expresadas, no ha de temer la discrepancia.

La sociedad civil avanzará si se educa en estos valores de gran fuerza civilizadora. En nuestra historia contemporánea los ateneos han sido las instituciones urbanas que más han propiciado este tipo de educación ciudadana. Nosotros queremos que sigan teniendo esa función.

2º) Dos citas de Karl Popper sobre la discusión racional

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“Soy el último rezagado de la Ilustración, un movimiento ya desfasado hace tiempo, cuyo carácter superficial y absurdo ha sido denunciado ad nauseam. Esto significa que soy un racionalista y que creo en la verdad y en la razón humana. Por supuesto, no significa que creo en la omnipotencia de la razón humana. Un racionalista no es en modo alguno lo que intentan hacernos creer nuestros oponentes antirracionalistas: una persona que desearía ser un ser puramente racional y que desearía convertir a los demás en seres puramente racionales. Esto sería totalmente irracional. Cualquier persona razonable, y por ello -espero- cualquier racionalista, sabe bien que la razón desempeña un papel muy modesto en la vida humana: es el papel del examen crítico, de la discusión crítica. Lo que quiero decir cuando hablo de la razón o el racionalismo no es más que mostrar la convicción de que podemos aprender mediante la crítica, es decir, mediante la discusión racional con los demás y mediante la autocrítica: que podemos aprender de nuestros errores. Un racionalista es una persona que está dispuesta a aprender de los demás, no simplemente aceptando sus opiniones, sino permitiéndoles criticar sus ideas y criticando las suyas: en otras palabras, mediante la discusión crítica. El verdadero racionalista no cree que nadie tenga el monopolio de la sabiduría. Sabe muy bien que constantemente necesitamos ideas nuevas y que la crítica no las produce. Pero cree que la crítica puede ayudarnos a separar el trigo de la paja. También es consciente del hecho de que el rechazo o aceptación de una idea nunca puede ser un asunto puramente racional. Sólo la discusión crítica puede ayudarnos a ver una idea desde muchos lados y a juzgarla equitativamente. (…) Quizá como mejor puede resumirse la actitud racional es diciendo: puedes tener razón, y yo puedo estar equivocado; e incluso si nuestra discusión crítica no nos permite decidir definitivamente quién tiene razón, aún podemos esperar ver las cosas con mayor claridad después de la discusión. Podemos aprender unos de otros, siempre que no olvidemos que lo que realmente importa no es quién tiene razón, sino más bien que juntos lleguemos más cerca de la verdad objetiva. Después de todo, aquello en pos de lo cual vamos ambos es la verdad objetiva.” (Karl Popper, En busca de un mundo mejor, ¿En qué cree Occidente?, págs. 261 y 262).

“¿Por qué la Ilustración valora tanto la sencillez del lenguaje? Porque desea ilustrar, no dominar. El verdadero discípulo de la Ilustración, el verdadero racionalista, no intenta persuadir, ni siquiera convencer. Siempre es consciente de que puede equivocarse. Aprecia demasiado la independencia del otro para intentar dominarlo en cuestiones importantes; lo que desea son más bien objeciones y críticas. Desea respetar y estimular la esgrima de argumentos y contraargumentos. Esto es lo más valioso para él, y no sólo porque con el intercambio de opiniones podemos acercarnos más a la verdad, sino también porque valora este proceso como tal. Lo respeta incluso si la opinión así formada le parece errónea. Una de las razones por las que un seguidor de la Ilustración no desea ni dominar ni convencer es ésta: sabe que sólo es posible ofrecer pruebas lógicas en el estrecho ámbito de la lógica y la matemática. Simplificando un tanto, puede decirse: no puede probarse nada. En ocasiones uno puede ofrecer argumentos sólidos e investigar críticamente diversas opiniones; pero excepto en la matemática, nuestros argumentos nunca son concluyentes. Siempre hemos de valorar el peso (relativo) de los argumentos y razones; siempre hemos de decidir o juzgar cuáles son las razones de más peso; las que avalan una opinión dada, y las que van en contra de ella. Por ello, la búsqueda de la verdad y la formación de opinión siempre contienen un elemento de libre decisión; y es esta libre decisión la que hace valiosa la opinión humana” (Karl Popper, En busca de un mundo mejor, ¿En qué cree Occidente?, págs. 262 y 263).

3º) “La voz de la poesía en la conversación de la humanidad”, de Michael Oakeshott

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“Se puede suponer que las diversas formas de expresión que componen las relaciones humanas corrientes tienen un lugar común y forman una especie de conjunto. La manera como lo entiendo, la imagen de este lugar común no es una investigación o un razonamiento, sino una conversación. En una conversación los participantes no se comprometen en una investigación o un debate; no hay que descubrir una ‘verdad’, ni probar una hipótesis ni sacar una conclusión. No tienen el propósito de informar, persuadir o refutar al otro y, por lo tanto, la evidencia de sus expresiones no depende de que hablen en la misma forma (en el mismo idioma): pueden diferir sin discrepar. Lógicamente, una conversación puede, en parte, estar constituida por razonamientos y al hablante no se le prohibe ser convincente; pero el razonamiento no es lo único y lo más importante, y la conversación misma no constituye un razonamiento. Una muchacha puede no querer concluir un argumento, y entonces expresa una observación totalmente irrelevante; pero lo que en realidad pretende es cambiar un tema que le parece aburrido por uno más agradable. En una conversación los ‘hechos’ sólo se resuelven una vez más dentro de las posibilidades en que se plantearon; las ‘certezas’ se deshacen no por el contacto con otras ‘certezas’ o dudas, sino por la presencia de ideas de otro orden; las aproximaciones surgen de nociones normalmente alejadas unas de otras. Toman vuelo y juegan entre ellos pensamientos de diversa índole, respondiendo a los movimientos mutuos y provocando nuevas incitaciones. Nadie pregunta de dónde vienen o qué peso tienen; a nadie le importa su futuro después de que han desempeñado su papel. No hay maestro de ceremonias ni arbitro; ni siquiera un portero que revise credenciales. Cada participante es valorado por su presencia y se permite todo lo que se pueda aceptar dentro del flujo de la especulación. Las voces que participan en una conversación no tienen jerarquía. La conversación no es un quehacer del que se pueda sacar un beneficio extrínseco, un concurso donde el ganador reciba un premio, ni es una actividad exegética; es una aventura intelectual improvisada. Como en el juego, su sentido no está en ganar o en perder, sino en apostar. En otras palabras, la conversación se hace imposible si no hay una diversidad de voces: en ella, diversos universos de expresión encuentran, reconocen y disfrutan una relación oblicua que no requiere ni espera ser asimilada por el otro.

Creo que ésta es la imagen adecuada de las relaciones humanas, y lo es porque reconoce las cualidades, las diferencias y las debidas relaciones de expresión humana. Como seres humanos civilizados, somos los herederos, no de una investigación sobre nosotros mismos y el mundo, ni tampoco de un cúmulo de información, sino de una conversación que comenzó en los bosques primitivos y se extendió y formalizó a través de los siglos. Es una conversación que transcurre tanto en público como dentro de nosotros mismos. Lógicamente, hay razonamiento, preguntas e información, pero aun siendo provechosas son sólo partes de esta conversación, y tal vez no sean las partes más atrayentes. Lo que distingue al ser humano del animal y al hombre civilizado del bárbaro, no es la habilidad de razonar correctamente, de descubrir el mundo o de inventar un futuro mejor, sino su habilidad para participar en una conversación. Seguramente fue nuestra participación en esta conversación (donde se habla sin concluir) la que nos dio la apariencia actual: el hombre es descendiente de una raza de monos que se sentaba tantas horas a conversar que se le atrofió la cola. La educación, en realidad, es una iniciación en el arte e interés social de esta conversación en la que aprendemos a reconocer las voces, a distinguir las circunstancias apropiadas para expresarnos, y en la que adquirimos los hábitos morales e intelectuales adecuados para la conversación. Es esta conversación la que finalmente da lugar y carácter a cada actividad y expresión humana.”

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4º) “La cultura de la conversación, conferencia de Benedetta Craveri” (en italiano, o con traducción simultánea)

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Esta es la conferencia original para escuchar sin descargarla (la ideal para el móvil)

Esta es la misma, en la traducción del intérprete para escuchar sin descargarla

Enlace con toda la información (los 2 anteriores para escucharlas y los 2 para descargarlas y guardar)

5º) Otra tertulia recomendable. Se trata de una iniciativa similar a la del Ateneo Mercantil

Diálogos del conocimiento

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