Los socios del Ateneo Mercantil de Valencia disfrutaron este pasado mes de septiembre de un gran viaje a la República de Polonia, uno de los países más visitados en Europa. Vale la pena visitar el país por sus hermosas ciudades, pueblos y espacios naturales. Nuestros socios sufrieron un poco el frío, pero todos los lugares que visitaron estaban acondicionados para las bajas temperaturas. Este es el cuaderno de viaje de dos de los viajeros, Rosa María y Félix Cibrian.

Día 15 de septiembre. Valencia- Gdansk

Empezamos temprano, a las 4:40 en el aeropuerto de Valencia para salir hacia Gdansk vía Frankfurt. El aterrizaje en Frankfurt fue con "rebote" y en Gdansk las maletas se resistían a salir, pero al final todos en el autobús ilusionados con el viaje. El primer contacto con la ciudad fue una pequeña caminata con las maletas por calles adoquinadas, que son muy bonitas, pero un poco incomodas para arrastrar maletas. Es lo que tiene el centro histórico, pero vale la pena porque el hotel IBB Dlugi Targ está en el puro centro y eso es una maravilla.

Me encantó el paseo por la ciudad con las casas características de centro Europa. Caminamos siguiendo el río Motlava a su paso por el puerto histórico. Que interesante la grúa del siglo XV que se utilizaba para descargar los barcos. La ciudad antigua se entreveía a través de las puertas que aparecían a lo largo de nuestro recorrido, y la calle estaba plagada de los puestos y tiendas con el ámbar. No me imaginaba yo una ciudad tan atractiva, pero si algo me fascinó fue el puente levadizo. Ver como se alzaba toda la estructura del puente me encantó, estuve 15 minutos esperando por la noche a que volviese a bajar. Cómo el hotel estaba tan céntrico era muy cómodo salir a dar una vuelta después de la cena. Y como premio adicional, este día España se proclama campeona del mundo de básquet. Que más se puede pedir.

Día 16 de septiembre. Gdansk (Danzing)

Hoy hacemos la visita guiada por la ciudad. Salimos alrededor de las 9 y a pocos metros del hotel estaba la casa donde vivió Fahrenheit y ahí estaba su famosa escala de temperaturas que siguen utilizando los anglosajones. Visitamos los astilleros donde comenzó el movimiento Solidaridad, que ayudo al cambio político y ¡nos hicimos fotos con Lech Walesa! Y vimos las huellas de los zapatos de Juan Pablo II al lado del monumento que tiene en la entrada de los astilleros.

Salimos hacia Oliwa, donde visitamos la basílica de Santa María, la mayor iglesia de Gdansk y Polonia y la iglesia de ladrillo más grande del mundo, y después entramos en la catedral de Oliwa, que contiene un órgano muy especial en el que hay elementos que se mueven, trompetas, discos solares …. Todo coordinado para llegar al concierto de órgano que nos regalaron, y en el marco de una iglesia impresionante. Continuamos luego hacia Sopot, que me recordó a las ciudades balneario, tan de moda en el siglo XIX, con la fuente de agua salada y el magnífico paseo por el muelle. Encantadora la mañana.

Las gambas de la comida, con mousse de aguacate y salsa de tomate, estaban fenomenal, quizá un poco picantes para el gusto de algunos, pero es lo que tiene saborear la gastronomía autóctona, y a los polacos les gusta mucho el picante.

Y una agradable sorpresa de la organización al salir de comer. Teníamos el barco pirata de "la perla" esperándonos para hacer un crucero por los astilleros. Hasta comprobamos la presencia de grúas españolas de una empresa zaragozana en el puerto. Cómo nos ha gustado. Y con el barco desembarcamos en la península de Westerplatte, en el mar Báltico, perteneciente a la región de Pomerania, lugar emblemático pues aquí tuvo su inicio la segunda guerra mundial, y en el recorrido vimos la fortificación militar que fue bombardeada y defendida en inferioridad de medios y tropas y que se convirtió en emblema de la resistencia de Polonia. Allí vimos el monumento de recuerdo de la resistencia del pueblo polaco y las trascendentes palabras que Juan Pablo II pronunció en su visita al monumento. Un día fantástico.

Día 17 de septiembre. Kaliningrado

Salimos de Gdansk hacía la región de Kaliningrado perteneciente a la federación rusa. Ha sido un día durillo porque tuvimos que esperar bastante en el paso de aduana para cruzar la frontera. Resultaba curioso ver primero al policía polaco y luego a la policía rusa subir al autobús a comprobar nuestros pasaportes y con el perro olisqueando el autobús, ambos por supuesto con la seriedad propia del acto. Nos recordaba las películas de espías y nazis, quizá también porque íbamos viendo Valquiria. Por fin superado el paso de la frontera a Kiliningrado.

La frialdad del recibimiento a través del paso fronterizo se prolongó con lluvia abundante y una ligera granizada. ¡Qué forma de llover!, parecía que nos habíamos traído la gota fría de Valencia. Parte de la lluvia la pasamos comiendo, pero cuando parecía que paraba e íbamos a comenzar la visita de la ciudad de repente se puso a llover de forma violenta y además racheada con lo que ni los paraguas arreglaban el tema. La lluvia complicó la visita a la ciudad, cambiándose con buen criterio el orden previsto de forma que acudimos al museo del ámbar en primer lugar al que llegamos algo mojados, pero salvando este imponderable climatológico el museo valió mucho la pena. Que forma de trabajar el ámbar y que piezas tan formidables pudimos admirar. Una maravilla y nuestro grupo se trajo parte del ámbar que se vendía en la tienda del museo. La mojadura hizo que algunos decidieran quedarse en el autobús mientras que otros y ya sin lluvia continuamos la visita para ver la catedral, que fue una pena porque estaba cerrada, pero vimos los exteriores y la tumba del filósofo Kant. Antes habíamos visto la sinagoga reconstruida, como era antes de la guerra, y finalizamos con lo que casi fue una panorámica de Kaliningrado en el autobús. Pasamos varias veces por delante del “monstruo”, un edificio enorme que efectivamente parece que tiene ojos. Íbamos a ir a ver el estadio de futbol que se construyó para el mundial de Rusia, pero no llegamos por el atasco que se produce en esa zona, pero que vimos desde el autobús. Para atasco el que tuvimos a la entrada de Kaliningrado.

El hotel fantástico con unas vistas impresionantes sobre un lago y al anochecer se podía disfrutar de unas vistas estupendas. Mañana volvemos a Polonia a la guarida del Lobo, seguimos con los nazis.

Día 18 de septiembre. Kaliningrado, Guarida del Lobo/ Varsovia.

Kaliningrado nos despidió como nos había recibido, con lluvia, colas para ir al WC y con atasco en la frontera. Esta vez nos hicieron sacar las maletas del autobús, pero lo curioso es que la revisión fue para volver a Polonia, a la UE. Eso sí era de puro trámite porque no miraron nada, pero todos tuvimos que hacer un simulacro de abrir la maleta y eso nos llevó su rato y la experiencia de lo que es atravesar una frontera entre países no amigos. Pero eso forma parte del viaje. Un poco de aventura.

Salimos hacia la Guarida del Lobo, (Führerhauptquartier Wolfsschanze) uno de los mayores cuarteles militares de Hitler durante la Segunda guerra mundial. Impresionante el bosque y los bunkers y ¡¡¡cómo no!!! tal y como había pasado en Kaliningrado bajamos del autobús con sol y empezó a llover en el momento que estábamos viendo la zona, aunque eso sí, mucho menos que en Kaliningrado. Nos impresionaron los bunkers y todas las infraestructuras, el lugar donde se intentó matar a Hitler con el atentando de la operación Valquiria, película que habíamos visto.

El restaurante de la comida fantástico, con una vista sobre el lago muy bonita y además contrastando con lo que habíamos visto antes en la guarida del lobo creo que aún nos resultó más agradable.

Salida hacia Varsovia y durante el camino vimos la lista de Schindler. Llegamos a Varsovia al atardecer y vimos algo de la ciudad desde el autobús. El hotel muy moderno y muy céntrico. Después de cenar dio tiempo a algunos a dar una vueltecita por la zona.

Me encantó ver Varsovia de noche. La primera vista de una ciudad se te queda grabada en la memoria para siempre.

Día 19 de septiembre. Varsovia

Hemos visitado la Varsovia clásica. Es una ciudad preciosa y totalmente reconstruida ya que, como pudimos ver en una grabación que se hizo sobrevolando Varsovia al finalizar la guerra, se mostraba una ciudad completamente arrasada.

Comenzamos por el palacio Belwederski, y continuamos hacia el parque real Lazienki con el monumento a Frederick Chopen, uno de los pocos músicos que tenían oído absoluto. Nos hicimos una foto de grupo. Me gustó de forma especial el hermoso palacio sobre el agua, se parecía a Versalles. De camino a la plaza del Mercado y al Palacio Real de Varsovia vimos desde el autobús el cambio de guardia Real.

EL Castillo Real de Varsovia es la antigua residencia de los reyes de Polonia y tras sufrir una casi completa destrucción tras la II Guerra Mundial el edificio fue reconstruido manteniendo el diseño original. Hay una sala con fotos de la destrucción del edificio, pero la reconstrucción permite ver en las salas del palacio la grandiosidad y decoración típicas de la época. He dicho palacio, pero no se le podía llamar así, había que decir castillo para contentar a los mandamases de la época, El museo tiene dos cuadros de Rembrandt, los únicos que han quedado de la colección que contenía en su momento.

Visitamos la catedral de San Juan, donde eran coronados los reyes de Polonia. Había una imagen de la Virgen de Czestochowa, patrona de Polonia

Comimos en la plaza del mercado en un restaurante muy majo (Kuchnia Warszawska). En la plaza había una sirena, donde como lugar representativo nos hicimos una foto de grupo.

Después de la comida tuvimos una sorpresa fantástica. Concierto de música de Chopin, con degustación de hidromiel/zumo de manzana y bombón. El concierto extraordinario y más aún en la tierra de Chopin, y donde a los que quisimos la interprete Ewa Beata Ossowska nos firmó autógrafos y dedicatorias.

Paseamos después por la zona antigua, vista de la casa de María Salomea Skłodowska (madame Curie, gran mujer), que ahora es un museo. Hemos caminado alrededor de la campana para seguir la tradición que asegura que así se vuelve de nuevo, que no cabíamos de tantas que éramos dando vueltas. Visitamos la plaza de los insurgentes, y la iglesia donde están grabados en sus muros todos los nombres de los más de 20.000 polacos asesinados por Stalin en Katyn. Cuesta imaginar semejante crueldad sobre la población civil, y aún me ha impresionado, más si cabe el observar entre tantos nombres la secuencia de familias completas. En el autobús volviendo al hotel hemos hecho casi una panorámica de la ciudad

Después de la cena hemos vuelto a salir a pasear por la Ruta Real de Varsovia, plagada de iglesias y palacios. Como cambia la ciudad entre el día y la noche. Fantásticas ambas, pero diferentes.

Día 20 de septiembre. Varsovia.

Este día hemos empezado el tour con la subida al Palacio de la Cultura para ver la panorámica de la ciudad. Es el edificio más alto de la ciudad y uno de los más altos de Polonia. Hemos subido hasta el piso 30. Aun había ascensoristas cuyo único trabajo era apretar el botón de subida o bajada. Las vistas de la ciudad preciosas y curiosamente había una imagen del maestro Joda, de la Guerra de las Galaxias, con el que nos fotografiamos.

En la plaza aparecían los límites del gueto judío, donde se ubicaban los muros de separación, y había también teatros y salas de exposiciones. Desde la inmensa explanada a su alrededor se realizaban las concentraciones en la época soviética.

Desde allí fuimos al Museo Polín de Historia de los Judíos Polacos. El mejor museo sobre el pueblo judío. Fue un museo muy interesante sobre los casi 900 años de los judíos en Polonia en un edifico francamente bonito y simbólico. Me gustó el enfoque descriptivo del museo y especialmente la reproducción del interior de una sinagoga y las reproducciones de las calles o los bares de la época previa a la invasión nazi. Había incluso la secuencia para bailar un tango.

Antes de entrar al museo, en la plaza hay una estatua conmemorativa y cuando llegamos había una concentración de jóvenes israelíes alrededor de ella y estaban cantando y presentando una ofrenda. Es muy habitual ver grupos de judíos haciendo el recorrido por las zonas asociadas al holocausto.

Ese día comimos la famosa sopa de pan. Después de comer la tarde era libre y algunos fuimos a ver el museo de la resistencia polaca, que es donde vimos entre otras cosas la grabación de cómo quedó Varsovia tras ser bombardeada, y que contenía todo tipo de testimonios documentales de la ocupación nazi y la resistencia que se planteó y como operaba.

Buscamos la Iglesia de la Santa Cruz que es donde se conserva el corazón de Fryederyck Chopen, según dice la leyenda, preservado en coñac. Hay una lápida en una de las columnas que indica el lugar en el que está el corazón del músico que le indicó a su hermana que quería que su corazón descansase en Polonia y ésta atravesó la frontera con el frasco debajo de su falda.

Día 21 de septiembre. Varsovia-Cracovia

Este día cogimos un tren para viajar de Varsovia a Cracovia y cuando llegamos a la ciudad comenzó la visita. Me encanta Cracovia. Entramos en la ciudad por la puerta de San Florian, con la magnífica barbacana, elemento que queda de la antigua muralla de la ciudad y que ahora está sustituida por un seto de árboles.

Cracovia no fue bombardeada por los nazis y por tanto mantiene sus edificios originales. Impresionante la gigantesca plaza del mercado con sus tiendas de ámbar dividiendo la plaza en lo que antiguamente era el mercado de los paños; la maravillosa Iglesia de Santa María, con sus techos pintados de azul con estrellas, su retablo gótico de madera policromada y sus dos torres desde las que un trompetista señala las horas tocando en la dirección de los 4 puntos cardinales; la iglesia pequeña situada en el extremo de la plaza y todos los restaurantes que la contornean.

Después de comer fuimos a la colina de Wavel con el Palacio Real y la Catedral o Basílica de San Estanislao y San Wenceslao. El entorno es fantástico. Debajo de la colina y a orillas del Vístula hay una estatua de un dragón que echa fuego por la boca, siendo ésta una de las atracciones de la ciudad. Vimos el Instituto Cervantes, donde como no podía ser menos nos hicimos foto de grupo, vimos la Universidad Cracoviana y por supuesto vimos la casa en la que se alojaba Juan Pablo II cuando visitaba Cracovia y la ventana abierta de su cuarto desde la que hablaba a los jóvenes que le esperaban cuando regresaba de su jornada diaria.

Nos alojamos en el barrio judío, a unos 18 minutos andando del centro, lo que nos permitía dar una vuelta por las noches, y apreciar la vida nocturna de una ciudad con mucha actividad.

Día 22 de septiembre. Cracovia – Kazimierz – Wieliczka

Este día realizamos la visita al barrio judío. Pasamos por las calles que utilizó Spilberg para rodar la película de la lista de Schindler y visitamos la fábrica de este personaje, que en realidad es un museo. Accedimos como un grupo especial antes de que abriesen las puertas oficialmente. Entramos en una Sinagoga e hicimos, según la tradición judía, una ofrenda de dos piedras, con la bandera española y la estrella de David que había traído Faustino de España, para dejarlas en el cementerio que había al lado de la Sinagoga.

Después de la comida fuimos a la mina de sal de Wieliczka, una de las visitas más interesantes, ya que es un impresionante conjunto de cámaras, estatuas y galerías, esculpidas en sal gema, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Creo que todo el mundo quedó fascinado con lo que vimos en el interior de la mina.

Día 23 de septiembre. Cracovia – Wadowice – Auschwitz

Este día hacíamos una excursión de día completo para ir a Wadowice, la ciudad natal de Karol Wojtyla - Juan Pablo II, en la que visitamos la casa museo con muchísimos recuerdos y fotos del Papa, tanto de su época juvenil como de su etapa de Papa. Había tierra de distintos sitios visitados por el Papa, entre ellos de algunas ciudades de España, pero tomamos nota de que faltaba llevar tierra de Valencia que aún no figuraba y que puede ser un nuevo motivo más para volver a Cracovia. Visitamos también la basílica en la que fue bautizado y en la plaza figuraban los países y las fechas en las que los había visitado. Pusimos nuestros pies alrededor del ladrillo que representaba los viajes a España.

Después de comer fuimos al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, poco hay que decir de este lugar siniestro, pero de visita obligada para entender la historia y el horror del holocausto. Para los que no quisimos entrar organizamos una visita al pueblo que estaba a 1,3 Km. Lo pasamos bien.

A la vuelta a Cracovia, nos pusimos elegantes para una cena muy especial. Fuimos a cenar a la plaza del mercado a un restaurante muy bonito Szara Ges (ganso gris), con música en directo, donde los intérpretes terminaron tocando el himno de España, lo que fue un cierre perfecto para una cena espectacular. Me encantó el postre (nido con huevo de chocolate relleno). Al acabar tuvimos una nueva sorpresa. Unas calesas estaban esperándonos para dar una vuelta. Los organizadores habían contratado 10 pero se ve que nos retrasamos un poco y cuando llegamos sólo habían 3, (los polacos que se ve que no querían esperar) pero estuvo muy bien porque con 3 nos apañamos, dimos una vuelta a la plaza y a mí me gustó mucho.

Día 24 de septiembre. Cracovia – Wroclaw – Regreso a Valencia

El viaje toca a su fin y fue un día muy agradable. La ciudad de Wroclaw (Breslavia) me sorprendió muy positivamente, es una ciudad preciosa. Nos comentó la guía que ella era la segunda generación de polacos en esa ciudad que antes no era polaca, sino alemana. Me gustó muchísimo. Estaba llena de figuras de enanos que inicialmente eran para protestar pero que ahora se han quedado como una atracción de la ciudad. Vimos el enano de la estatua de la libertad, el rector, el prisionero, etc… El paseo por la ciudad fue muy bonito y como en todas las ciudades quedó algo por ver para un viaje posterior.

En la comida tuvimos la sorpresa de que la agencia de viajes nos regaló a las mujeres un colgante de ámbar.

Llegamos a Valencia a las 12 de la noche, fin de un estupendo viaje, con gente que me ha encantado conocer, y donde destacaría como resumen final la profesionalidad de los guías, la magnífica organización del viaje y la calidad humana del grupo que han hecho que el viaje haya sido una gran experiencia. Ha sido un placer y hasta el próximo viaje.

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