El 20 de enero de 2016 dio comienzo en el Ateneo Mercatil de Valencia el Ciclo de la Obra Literaria de Vicente Blasco Ibáñez. Las jornadas, organizadas por el Ateneo en tanto que entidad centenaria y promotora de la cultura y las tradiciones valencianas, rindió de esta forma homenaje a una de las figuras más destacadas en la historia de nuestra ciudad. La primera conferencia, bajo el lema 'La formación literaria: el folletín', fue a cargo de Fernando Millán, escritor, profesor de Historia y vicepresidente de la Asociación Vicente Blasco Ibáñez.

Un folletín es un género dramático de ficción caracterizado por su intenso ritmo de producción, el argumento poco verosímil y la simplicidad psicológica. Recurre a la temática amorosa, pero también al misterio y a lo escabroso. Propio de las novelas por entregas, se ha dado también en teatro, cine, historieta y televisión, siempre con características similares.

El género surgió en el Romanticismo francés, cuando al extenderse la alfabetización hacia las clases humildes gracias a las conquistas sociales de las revoluciones burguesas, se experimentó la necesidad de una literatura escapista de consumo masivo y barato coste, de forma que pudiese ser adquirida por los sectores menos favorecidos de la sociedad.

En consecuencia, los periódicos incluyeron pequeños capítulos de novelas en la franja baja de los periódicos o como pequeños cuadernillos o folletos (de ahí el nombre folletín) que se sucedían cada día y cuya acción termina en suspense para suscitar la curiosidad del lector (y, por tanto, su continuidad en la lectura). La innovación fue todo un éxito y permitía la venta masiva de periódicos. Después, muchas de esas obras narrativas se publicaban en formato libro o sin pastas caras.

En la actividad política de Blasco Ibáñez, caracterizada por su oposición a la monarquía y por sus ideales republicanos, fue clave el periódico El Pueblo, que fundó en noviembre de 1894. En él escribió cerca de mil artículos, e incontables gacetillas o crónicas sin firma. Su originalidad estribaba, además de en su precio -la mitad que el resto de la prensa valenciana-, en sus titulares, en los folletones que escribía el propio Blasco Ibáñez en los que los lectores de las clases populares se reconocían y que se confundían con la historia política y social que el periódico contaba día a día de forma no menos folletinesca, y en "su estilo desenfadado en el que se iban mezclando, con hábil dosificación, el melodrama, la comicidad y la pedagogía".