La segunda de las conferencias que componen el Ciclo del Año Jubilar Vicentino 2019, llegó bajo el título: “San Vicente Ferrer en su tiempo: Los Borja y su perfil ‘estadista'” y la impartió el licenciado en Teología, doctor en Historia Eclesiástica, catedrático de Historia de la Iglesia y presidente de la Academia de Historia Eclesiástica de Valencia, Dr. D. Miguel Navarro Sorní.

En 1379, Vicente Ferrer fue Prior del convento de los dominicos de Valencia. Era entonces una de las personas más influyentes en la ciudad y en todo el Reino de Aragón. El año 1378 la Iglesia católica se vio inmersa en el llamado Cisma de Occidente. Durante los años de 1380 a 1387 Vicente Ferrer fue requerido por un gran número de personas para tareas de la mayor confianza. Era designado como mediador y consejero en las materias más delicadas.

Vicente Ferrer pasó a prestar servicios al Cardenal de Aragón Pedro de Luna, que lo nombró su confesor y limosnero. Lo acompañó en sus viajes por los distintos Reinos hispanos. El año 1394 murió el Papa de Aviñón Clemente VII. Se celebra un nuevo cónclave, que el 28 de septiembre elige Papa al cardenal de Aragón Pedro de Luna, que se convierte en el Papa Benedicto XIII, que será también conocido por la historia como “el Papa Luna“. Sigue el Cisma. Tanto el Reino de Castilla como el de Aragón se mantuvieron en la obediencia a Benedicto XIII.

La relación entre Alfonso de Borja, después Papa Calixto III, y San Vicente Ferrer se remonta a la infancia del primero. En 1409, siendo un niño, presenció en Valencia un sermón del dominico Vicente Ferrer, quien al terminar se aproximó al joven Alfonso Borja y le profetizó que llegaría a Papa y que luego lo canonizaria. Calixto III relataba esta anécdota con total convencimiento: "solía decir a los cardenales y al Maestro de toda la Orden fr. Marcial que siempre había tenido por cierto su pontificado desde que San Vicente se lo prometió". Alfonso de Borja ascendió al solio pontificio el 8 de abril de 1455 y, unos meses después, el 29 de junio, canonizó a San Vicente Ferrer.

El manuscrito original de este proceso, ocupa un total de 600 folios, incluye 380 testimonios de la época, tales como el de Alfonso II el Magnánimo. Además, recoge más de 860 milagros atribuidos a la intercesión del valenciano, documentos notariales y textos sobre la vida cotidiana y predicaciones del santo en sus últimas décadas de vida.