Conferencia impartida por D. Antonio Melero el 15 de enero de 2015 a las 19:30 h. en el Salón Sorolla. Esta conferencia se enmarca dentro del 2º Ciclo de Grandes Libros.

La historia del mundo antiguo ha estado marcada por toda clase de guerras y conflictos producidos por toda clase de causas. Muchos se han olvidado o aún están por descubrir, otros se recuerdan por su interés histórico, militar o estratégico, o por que permiten aprender más sobre un pueblo concreto. Pero aún así, el conocimiento de muchos de ellos queda reducido a permanecer entre las paredes de los estudiosos. Aún así, unos pocos trascienden esa frontera y llegan a ser conocidos por todo el mundo. Hace más de 3.200 años aproximadamente que se produjo la conocida como Guerra de Troya, un suceso que poco ha significado para muchos otros pueblos durante la historia pero que aún así lo recuerdan, y ese recuerdo se debe a un poema y a su autor, Homero.

Homero

Homero: Poeta griego. Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron, es el poeta por antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual su figura aparece rodeada del más profundo misterio, hasta el punto de que su propia existencia histórica ha sido puesta en tela de juicio. Las más antiguas noticias sobre él sitúan su nacimiento en Quíos, aunque ya desde la Antigüedad fueron siete las ciudades que se disputaron ser su patria: Colofón, Cumas, Pilos Ítaca, Argos, Atenas, Esmirna y la ya mencionada Quíos. Para Simónides de Amorgos y Píndaro, sólo las dos últimas podían reclamar el honor de ser su cuna. Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en Esmirna. Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero. La muerte, siempre según el seudo Herodoto, lo sorprendió en Íos, en el curso de un viaje a Atenas. Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la llamada «cuestión homérica», iniciada por François Hédelin, abate de Aubignac, quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la “Iliada” y la “Odisea”, eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las numerosas incongruencias que contienen. Sus tesis fueron seguidas por filólogos como Friedrich August Wolf. El debate entre los partidarios de la corriente analítica y los unitaristas, que defienden la paternidad homérica de los poemas, sigue en la actualidad abierto.